El papel de los jóvenes en la sociedad civil y sistema político mexicano.
David Eduardo Rivera Sánchez.
Introducción.
El sistema político mexicano siempre ha mostrado una tendencia hacia la permanencia y la conservación, es decir; rechazo al cambio entre sus elementos que lo definen como tal. Se han mantenido con un actuar constante en especial entre dos elementos como son los “actores institucionales” y la “educación y los valores” en la ciudadanía mexicana. Esta relación entre dichos elementos, siempre había mantenido un carácter de desconocimiento con un tinte de irrelevante de parte de la educación hacia los componentes que conforman las instituciones en México, dicho sea de paso, casi siempre ha sido debido a que de parte de la mayoría de los individuos que conformamos la población en México existe un desconocimiento o falta de interés hacia la comprensión de ciertos términos que facilitan la comprensión del actuar de la política y la vida de la misma, pero, ¿A qué debemos este desinterés?
Por lo general, una persona relativamente informada tiene mayor familiaridad con términos o tecnicismos de contenido político, lo que le da argumentos para poder opinar sobre ello, aunque día con día gracias a los medios de comunicación y a los expertos estudiosos en la materia, nos estamos “empapando” de conocimiento político. “Sin embargo, la comprensión de ciertos términos no significa que exista un conocimiento amplio de lo que es el sistema político, su funcionamiento y la actividad política en general, dándole a la política un carácter de reino de confusión”. (Sáez, 2011).
Pero dada la misma naturaleza del ser humano y del sistema político mismo, existe una dicotomía dotada de cierta rareza, puesto que mucha gente que se considera ignorante de la política, es la primera en proponer y dar opiniones sobre ciertas problemáticas o situaciones sociales, y este comportamiento aparentemente antagónico e incongruente, nos dice que a pesar del carácter confuso del sistema político y su actividad, el sistema y la política obedecen ciertos criterios que tienen fundamento en el hombre como ser social, dejando entrever que dicho hombre es la base de la estructura que se denomina sistema político, pero entonces, ¿Cuál es el papel de los individuos en el sistema político y en relación a los grupos de poder y de opinión?
El sistema político mexicano.
“El sistema político es la entidad en el cual confluyen los actores políticos. Las instituciones políticas son, a su vez, las partes integrantes de un subsistema político que es lo que se denomina régimen político”. (Duverger, 1955. )
El sistema pues, está constituido por elementos que repercuten de manera directa en el comportamiento del sistema mismo, estos cuatro elementos forman pues la estructura que rige la interacción y decisiones de los distintos actores políticos y sociales. Los elementos que rigen al sistema político mexicano son:
1.- El régimen político. Sabemos que a México, la constitución lo señala como una república democrática y federal, la jefatura del estado se renueva cada 6 años, así como la de los dirigentes estatales. Se dice que es democrático porque el poder dimana del pueblo, pero es aquí donde el sistema inclina la balanza hacia un solo lado, pues “Ningún país actual alcanza el ideal de democracia, que es una utopía teórica” (Dahl, 1989.). El poder de elección que nace en el pueblo, se “pierde” al momento de poner a alguien en el poder, y no precisamente porque aquella persona en el poder cambie la constitución, sino más bien, porque la relación que existe entre el pueblo y las instituciones de gobierno es casi nula, la población no tiene un interés por seguir refrendando ese “poder” y por lo tanto se pierde un tanto de la esencia de lo que es la democracia.
2.- El entramado internacional. En México, muchas de las cosas que suceden económica y políticamente hablando se ven influidas de manera drástica por aquello que sucede en el sistema político internacional, México al ser un país en vías de desarrollo, depende mucho de la influencia del exterior, lo cual a mi parecer, desde 2006, México ha logrado mermar un tanto esa influencia, dándole un poco más de autenticidad a su economía y políticas, para poder comenzar a gestar cambios desde adentro del sistema político.
3.- La educación y los valores de la sociedad mexicana, son un componente del sistema político mexicano muy importante, pues son lo que nos da identidad como nación, es el resultado de todos los elementos culturales el que va a definir el nivel de participación y preocupación con respecto hacia ciertos temas de la política en México, han sido grandes los hechos que han marcado el rumbo de la empatía de la ciudadanía con la política mexicana, sin embargo, ¿Por qué México tiene esta cultura apática? ¿Es posible invertir la ecuación? ¿Cómo invertirla?
4.- Los actores institucionales. Los individuos se organizan en estas instituciones de manera activa o pasiva, con el fin de transmitir sus demandas e influir de mayor o menor manera en las decisiones gubernamentales, la figura más representativa de dichas instituciones son los partidos políticos.
En este rubro es en donde entran como ya se mencionó; los partidos políticos, quienes en teoría se encargan de la integración de las demandas de la sociedad dentro de la agenda política a través de la adquisición del poder político, y los grupos de presión, quienes en teoría se encargan de la articulación de las demandas para transmitirlas a los titulares del poder político y administrativo. El problema acá, es que debido a la apatía política de parte de los ciudadanos, la mayoría de los grupos de presión sólo buscan satisfacer las necesidades de un puñado de personas con las que comparten intereses, acumulando el poder en unos cuantos y dejando pues, que su actividad se centre en ellos y no más allá, es decir, jamás tienen esa evolución hasta ser un grupo de interés; “un grupo que, basándose en una o varias actitudes compartidas, lleva adelante ciertas reivindicaciones ante los demás grupos de la sociedad, para el establecimiento, el mantenimiento o la ampliación de formas de conducta que son inherentes a las actitudes compartidas" (Truman, 1951.)
Los grupos de interés y los grupos de presión son pues dos momentos distintos de una misma realidad, la diferencia puede radicar en la cohesión y la covarianza de cada uno de ellos con respecto a la cultura política y la sociedad civil que se desenvuelve en ese momento.
Los grupos de presión en México.
“Los grupos de presión son agrupamientos de individuos con cierto grado de organización, que realizan acciones dirigidas a los mecanismos formales de decisión gubernamental con la intención de que tales decisiones sean favorables a sus intereses operacionales”. (Andrade, 1990.)
Los grupos de poder surgen por el esfuerzo de hacer frente a un problema inmediato, se basan en un solo interés y se transforman luego para prestar los servicios que sus afiliados van considerando necesarios (Bobbio, 2000. )
En México hay una gran variedad de grupos de presión que buscan influir en las decisiones políticas, en el rumbo económico del país o en sus políticas de comercio. Otros que sin ser un grupo de presión constituido como tal, tienen el carácter de “poderes de facto”; como las televisoras, algunos más que en algún punto histórico contaban con el poder para influir en la política, como lo fue en su momento la sociedad civil. Otro que hoy en día, más allá de ser un grupo de presión se han convertido en un grupo de ideas, tratando de influir en la opinión pública de la gente; como la religión.
Es dicho por los pensadores de la política, que la existencia de los grupos de poder y de opinión es importantísima dentro de un sistema político, pues dichos grupos sirven de contrapeso en las decisiones políticas, además de que pueden abrir al diálogo y la discusión las decisiones del país, dotando también de otra óptica a aquellas personas responsables de las decisiones en la nación, y, puedan dar inclusión y expresión a las necesidades y demandas inmediatas de la sociedad civil. Es decir; en la teoría, los grupos de opinión se convierten más tarde en grupos de presión, éstos deben de jugar un papel más benévolo y aunque velen por sus intereses particulares, siempre deben de dar la oportunidad de una inclusión de intereses que se pueda traducir en un beneficio para ellos y para la sociedad civil en general.
Sin embargo en México, debido (desde mi punto de vista) a la falta de opinión, interés y participación ciudadana en las decisiones políticas, la mayoría de los grupos que reúnen características propias de los grupos de presión, tienen una connotación negativa más marcada en el sistema político mexicano, como es el hecho de que dentro de la búsqueda o defensa de un interés propio, pueden lograr que políticamente sus intereses se impongan hacia los del interés general o del bien común, o algunos defienden una gama tan variada de intereses que se vuelve muy difícil una posible negociación para tomar medidas políticas intermedias. Pero más allá de las decisiones que puedan o no afectar a una sociedad, es la generación de opiniones vagas, nulas, opiniones que no aportan soluciones o críticas constructivas a la situación actual del país.
Los empresarios y los medios de comunicación en México.
México, siendo un país en vías de desarrollo, necesita de la inversión extranjera para el crecimiento de su economía y posteriormente convertir esa situación en un desarrollo económico sostenido. El problema recae que ante esta intrínseca necesidad de la economía de ser fomentada por empresarios, estos tienen una opinión y palabra de peso considerable a la hora de que los políticos tengan que tomar decisiones, decisiones que naturalmente, por buscar beneficiar a los empresarios, tienen repercusiones en su mayoría económicas, las cuales aunque muchas veces no lo percibimos, también tienen un gran impacto en la vida cotidiana de la sociedad civil y también llega a tener roces en la macropolítica, que “sustituye a la micropolítica y se ocupa del comportamiento político de los grandes grupos de interés, ciudades, estados, países y asuntos del mundo” (Deutsch, 1976), y de manera natural, nuestro sistema político al tener cambios en la estructura y funciones económicas, como forma parte del entramado internacional, es decir, al ser una pieza de un sistema político más grande, puede ser influido por otros sistemas políticos, y además influir en ellos.
Pero ¿qué pasa cuando los empresarios, más allá de querer influir en las políticas económicas del país deciden además poseer uno más de los poderes de facto, como lo es el de los medios de comunicación? Por años, se vivió una polémica en los medios de comunicación mexicanos. Exigían de forma urgente, una ley que consolidara el presente y futuro de las telecomunicaciones; una ley que regulara el espectro radioeléctrico esencial para la sociedad de la información. Es sabido por todos que uno de los poderes de facto más importantes en México es el de los medios de comunicación, como “la opinión es una convicción frágil y variable, por ende manipulable” (Sartori, 1998.) , se habían convertido (los medios) en una herramienta de “control de masas”, y en México siempre se había repartido entre dos grandes televisoras.
Es cuando el empresario Carlos Slim, quien es uno de los empresarios más influyentes del mundo, debido a su poderío económico ha podido presionar y crearse una ventana de oportunidad en lo que respecta al ámbito de las radiocomunicaciones, este hecho, paradójicamente, de un modo equilibraría la influencia de los medios de comunicación en la política, con respecto al apoyo hacia los partidos políticos que puedan gobernar en pro de una sola empresa; pero ahora, el empresario Slim cuenta con más poder además del económico, lo que podría convertirlo en una élite que generaría una presión de mayor importancia dentro de la política mexicana.
Ahora bien, ¿por qué es tan importante la posesión de un poder como el de los medios de comunicación? Bueno, claro está que los medios de comunicación tienen una influencia persuasiva no solamente en la política, sino también en nuestra sociedad, porque como menciona Giovanni Sartori en su libro el Homo Videns: “la opinión es doxa, no episteme, no es saber ni ciencia es simplemente un parecer” (Sartori, 1998.)
La opinión pública es pues, una convicción frágil constantemente cambiante. En una sociedad tan endeble como la nuestra, esto puede jugar un papel de importancia gigantesca, ya que a través de estos medios, se vuelve posible persuadir a más de la mitad de la población, (que por lo general es aquella que cuenta con una cultura política localista) a tomar posturas o realizar acciones en favor de algún interés del grupo de presión que disfrazado de partido político busca alcanzar objetivos específicos, porque por lo general, la relación que existe entre las televisoras como grupo de presión con los partidos políticos es el de una extraña paternidad hacia ellos, ya que son los medios quienes “financian” sus campañas y quieren posicionarlos en el poder para que cumplan sus demandas. Esto genera que el poder se siga concentrando en las élites y grupos de presión que son capaces de financiar grandes campañas políticas, dejando en segundo plano la muy poca participación un puñado de ciudadanos que buscan influir de manera positiva en las decisiones políticas para cambiar el rumbo del país.
Hay que desinformarnos de la manera en que nos han informado los emporios de los medios de comunicación, pues en lugar de vivir en una democracia vivimos en una mediocracia, es decir, los medios de comunicación se convierten en el principal influyente en las decisiones del estado.
Ahora, para cambiar esta situación, es posible comenzar desde los cimientos. Lo que le queda al país y a los reporteros que nos llenan de esta información política, a los periodistas que generan opinión, es hablar sobre dos realidades de México; el México que lucha, y el México que sufre y necesita organizarse mejor. Para ello, es necesario informar e informarse bien. Cuando los grandes medios de comunicación, paradójicamente, no brindan espacios para la comunicación, es necesario que la sociedad comience a crear sus propios medios, mientras que por parte de los reporteros o presentadores de noticias, deben de tener sus bases éticas bien cimentadas, “para ser un buen periodista es indispensable ser un ser humano” (Kapuscinski, 2005), cualidad que, al parecer quedó olvidada.
El sector social en México.
Desde las pasadas elecciones presidenciales en el año 2012, se presentó un fenómeno social en México que no se había presentado ya hacía mucho tiempo. A algunos no les gusta la palabra moda, prefieren verlo como un puñado de personas que intentaban poner una ideología que cambiaría los paradigmas de la nación en la que vivimos. Dadas las circunstancias políticas y humanas que uno de los candidatos a la presidencia presentaba en la campaña, los jóvenes en México de cierta manera intentaban establecer una tendencia en el resto de la población (una tendencia que se sabe perdida). Buscaban crear la conciencia en la reflexión del voto para el beneficio de la población al largo plazo y no solamente al plazo inmediato en las campañas, la conciencia de buscar tener un líder que pudiera dirigir el país hacia el rumbo correcto, equilibrando la política y la situación del país en beneficio de todos. Pero sus esfuerzos no han sido suficientes, la pregunta es ¿Por qué?
En nuestro país se vivió esa situación extraordinaria que debió haber continuado después de las elecciones. Sin embargo como se mencionó anteriormente, la mente del mexicano es muy endeble, y tiende a cambiar sus convicciones de una manera muy rápida. Parecía ser un momento que marcaría la historia mexicana como un renacer de los grupos de presión en el país y su posterior evolución de los grupos de opinión, porque si recordamos la historia, hacia la década de los 60´s, en México, un grupo de presión o mejor dicho un grupo de ideas muy importante en el país, eran los estudiantes, pero como todos sabemos, un suceso trágico en la historia del país el 2 de octubre de 1968, marcó la historia de México y también colocó la pauta en lo que a los movimientos estudiantiles y/o civiles para generar presión respecta.
Muchas veces pensamos (me incluyo dentro del rubro) qué la participación de la ciudadanía es muy pobre, sin embargo, al analizar eso más a fondo, podemos deducir que es gracias a las situaciones históricas como esa, en que la población terminó por ser sofocada y atemorizada, dejando un estigma grave con respecto a que aquello pudiera representar la clase de represalias de parte del gobierno autoritario del PRI. El sistema político en México “es una clase de sistema que busca mantener coordinadas las expectativas de los individuos que en el viven y coordina buena parte de su comportamiento mediante su cooperación y hábitos de obediencia que refuerzan las recompensas y los castigos” (Deutsch, 1976). El problema es que México no aprendió de la represalia de aquel año, si no que solamente perdió la confianza en su gobierno protector y aquello mermó quizá para siempre lo que podría ser el contrapeso necesario para mantener una política sana que pueda darle al sistema político la capacidad de autorrepararse para evolucionar.
México es un país en el que muchas personas viven a costa de los beneficios del gobierno, y que no están dispuestos a hacer un sacrificio para obtener un bien colectivo. El problema es la cultura que se fomentó desde su niñez, esa cultura de buscar el beneficio individual cueste lo que cueste, esa educación sumió al país en una situación en la que pareciera normal realizar actos ilícitos mientras el beneficio obtenido fuera para las dos partes negociantes, siendo este uno de los peores venenos para la política de un país, porque estas situaciones hacen que no exista una cohesión en la sociedad, y siendo la educación o la sociedad un subsistema del sistema político mismo, merma la coordinación entre los demás elementos del sistema y ralentiza la finalidad del estado, que es la de encontrar la covarianza hacia el progreso.
“Las sociedades del mundo cada día están en constante cambio dada la influencia internacional de otros países” (Timasheff, 1961), pero los cambios importantes siempre se gestan desde adentro, el imperio romano cayó de esa manera por ejemplo, por ello la opinión pública de los ciudadanos es importante. México se adapta a las realidades de las sociedades del siglo XXI pero no es capaz de progresar, lo que a mi punto de vista y en un sentido preciso es una capacidad completamente distinta a la de la adaptación, pero para conseguirla, es necesario fomentar el trabajo y el cambio desde el punto más bajo de las estructuras, pues en el momento en que los civiles logremos tener la participación suficiente para influir y colocar a las personas correctas en el poder, podremos cambiar dos de los pilares fundamentales del sistema político, y con ello, crear una realidad distinta a la que vivimos hoy en día. “Los subsistemas permanecen inalterables, pero todos sabemos que los sistemas sociales del mundo están en constante cambio y a veces de manera muy radical. Las funciones básicas de los sistemas en las que el cambio se constituye, centran una parte importante en su comportamiento”. (Parsons, 1977)
El papel de la sociedad civil como grupo de presión.
México ha tenido numerosos movimientos ciudadanos con el fin de buscar un beneficio colectivo, algunos con un mayor contenido político que se consideran más trascendentales. Estaban inconformes con el estado actual de las cosas. Opinaban lo contrario a lo que los medios y los líderes les pedían; un claro ejemplo de que, más allá de convertirse en un grupo de presión, la sociedad tiende a desenvolverse mejor y más rápido como un grupo de ideas, un grupo que busque al largo plazo tener desarrollo político, social y humano.
En 1968 no fueron campesinos, ferrocarrileros, maestros o doctores. Fueron los estudiantes a los que la sociedad los tachó de rebeldes porque se decidieron a alzar la voz en contra de la represión y las atrocidades cometidas por el gobierno. Este movimiento es emblema del despertar del interés de la juventud por los asuntos políticos y sociales, e incluso empezó a tomar fuerza suficiente como para creer que se podía transformar al país. La ideología de los jóvenes trascendía y al fin lograba crear una conciencia en las familias y en la clase oprimida.
El movimiento culminó con un trágico suceso en la plaza de las Tres Culturas, pues hubo un gran número (desconocido hasta ahora) de muertes de estudiantes que apoyaban el movimiento, a manos del gobierno, quien en aquel entonces se encontraba “contra las cuerdas” por estos movimientos, lo que dejó a entrever el verdadero peso de la sociedad civil, aunque al final de cuentas sería sofocada de la manera más cruel por el gobierno. Sólo una cosa resta por decir del 2 de octubre del 68; “No se olvida”…
Politólogos e historiadores coinciden en señalar que este movimiento y su terrible desenlace incitaron a una permanente y más activa actitud crítica y opositora de la sociedad civil, principalmente en las universidades públicas, lo que podría marcar el inicio de una era en la participación política de la sociedad civil, sin embargo, yo considero que, sí, en efecto, existe una actitud crítica de parte de la sociedad, pues de todo tipo de gente se escuchan opiniones negativas con respecto a las decisiones tomadas por el gobierno, los impuestos, políticas, resultados electorales, un gran número de cosas por su prioridad en agenda de medios, pero más allá de eso, la crítica no trasciende, y por supuesto que es razonable después de aquel trágico episodio en la historia de México, como consecuencia, la sociedad quedó sumida en el temor de lo que el gobierno pudiera ser capaz de hacer para detener los movimientos que pudieran surgir para manifestar su inquietud. Tendrían que pasar más de 40 años para que de nueva cuenta y con la inercia, surgiera de nuevo un movimiento social que participara en la política mexicana, movimiento encabezado por nosotros los jóvenes nuevamente, quienes decidimos alzar la voz una vez más en pro de nuestro país.
Pasado ya el tiempo surge la interrogante ¿Aún existe participación activa de los jóvenes en la política? ¿O al menos opinión? Todo parecía conducir al resurgir de una llama que había permanecido apagada después del 68, era la flama de la participación. Gracias a las redes sociales fue posible vincular a los jóvenes y simpatizantes para que pudieran conectarse con aquel movimiento, sin embargo creo que las mismas redes sociales generaron una distracción completa de la política, dejando este posible movimiento en solo un antecedente con carácter de “moda”, pues el volumen que posee ahora no es para nada el que tuvo alguna vez.
Es pues que tenemos que volver a levantarnos y tratar de fomentar una cultura de participación política sin necesidad de que la participación tenga carácter electoral, si no que con pequeñas “cotidianidades heroicas”, busquemos hacer un cambio diario y no solo en la política, también en el lado humano, con el fin de gestar una “colectividad de individuos”, donde todos, con las distintas cosas que podamos aportar, sumemos esfuerzos que nos ayuden a salir de esta situación política y social, ya que es cierto lo que dicen; el todo es mayor que la suma de sus partes.
Conclusión.
La sociedad civil desempeña un papel importante dentro del país, porque la sociedad es también el espacio del hombre. Es el lugar donde surge el intercambio de ideas e intereses, de las inquietudes de las personas se forman las problemáticas, las opiniones generales, se forman los grupos de presión y así se dicta el accionar de dichos grupos. Si continuamos viviendo en una sociedad donde la opinión y la participación son nulas, los grupos de presión que dicen perseguir un fin colectivo seguirán actuando de la manera que lo han venido haciendo con el fin de mantener el estado actual de las cosas.
La sociedad civil desempeña un papel importante dentro del país, porque la sociedad es también el espacio del hombre. Es el lugar donde surge el intercambio de ideas e intereses, de las inquietudes de las personas se forman las problemáticas, las opiniones generales, se forman los grupos de presión y así se dicta el accionar de dichos grupos. Si continuamos viviendo en una sociedad donde la opinión y la participación son nulas, los grupos de presión que dicen perseguir un fin colectivo seguirán actuando de la manera que lo han venido haciendo con el fin de mantener el estado actual de las cosas.
Debemos pues, como jóvenes y como ciudadanos, dar el paso de un grupo de opinión a uno de presión referente a evaluación de un gobierno, y también debemos evolucionar a un grupo de ideas en cuanto a la educación humana, pues el sistema político se vuelve un reflejo de lo que como personas somos y permitimos como sociedad. Nosotros los individuos, de manera colectiva a través de nuestras relaciones con los demás y con los actores políticos, conformamos esta estructura que rige la interacción y las transacciones que existen entre pueblo-gobierno, relaciones que día a día deben de ir progresando para evolucionar y entender el funcionamiento del sistema político mismo, pues al entender dicho sistema, logramos entendernos a nosotros mismos, dotándonos de un aparato crítico que nos permita actuar y exigir en búsqueda de una transformación general. Debemos comenzar a gestar el cambio lento y encadenado de los subsistemas que conforman a los elementos principales del sistema, en búsqueda del funcionamiento y aprovechamiento óptimo del sistema político y social, porque que el hombre es principio, desarrollo y fin de éstos sistemas.
Bibliografía
Andrade, E. ( 1990.). Introducción a la ciencia política. . México.: Oxford, .
Bobbio, N. ( 2000. ). Diccionario de política. Buenos Aires.: Siglo XXI Editores.
Dahl, R. D. (1989.). Democracy and its critics. Estados Unidos: Yale University Press.
Deutsch, K. P. (1976). Política y Gobierno. México: Fondo de cultura económica.
Duverger, M. (1955. ). Instituciones políticas y el derecho constitucional. París .
Kapuscinski, R. L. (2005). Los cínicos no sirven para este oficio. Barcelona: Anagrama.
Parsons, T. E. (1977). El sistema social. Madrid.: Biblioteca de la revista de occidente.
Sáez, M. G. ( 2011). Gobernabilidad, crisis y cambio. México: Fondo de cultura económica.
Sartori, G. ( 1998.). Hommo Viddens la sociedad teledirigida. . Madrid: Taurus.
Timasheff, N. (1961). La teoría sociológica. México: Fondo de cultura económica.
Truman, D. (1951.). El proceso gubernamental intereses políticos y opinión pública,.